.

.

23 de septiembre de 2012

Retomando el Camino.

Casi ha transcurrido un año desde que abandoné el blog, bajo la excusa de que tenía que enfocarme en la carrera, que había muchas cosas más importantes.

Lo cierto es que, comencé a perder el interés en tantas cosas que me apasionaban.
Lentamente iba dejando mis sueños de lado y me fui adecuando a la monotonía del resto de las personas. A aplicar el estándar y vivir apegado a ello.  
Porque creí que de esa forma volvería a tener la seguridad material que años atrás había llegado a tener.
¿Por qué de que otra forma encajaría entre el resto si me negaba a dejar mis excentricidades?
Pero durante todo este tiempo me he dado cuenta que como yo, existen una cantidad incontable de personas en la misma situación, dándole escape a su día a día a través de las redes sociales tanto como les es posible.

Así que, no tenía caso sentirme un bicho raro haciendo esto, si para muchos, esto ya no era algo especial, sino más bien cotidiano.

Y fue cuando una segunda idea contraataco, “ya no es algo especial”, y si ya no es algo especial, qué sentido tiene hacerlo.

La envidia me golpeó una fuerte bofetada disfrazada de celo creativo, al pensar que lo que los demás escriben es mejor que lo mío, de modo que no tenía sentido que yo escribiera palabra alguna. 

Nunca había tenido una idea más estúpida cruzándome por la mente y lo acepto, que de todas las estupideces que en toda mi vida he pensado, esa fue una de las más grandes.

Porque cada persona piensa, actúa y reacciona de modo diferente a cada cosa que se le presenta. No puedo juzgar igual que otros lo que llega a mi vida o se va, porque nuestras experiencias son distintas y la manera de percibirlo y desahogarlo también.

He comenzado a leer otros libros por más “superflúos” que muchos podrían decir que son, pero lo cierto es que, si he de atreverme a tratar de comprender al resto del mundo debo comenzar por abrir mi mente y no solo con decirlo, sino que hacerlo. Y así, poco a poco ir transformándome en la persona que realmente quiero ser, alguien que es capaz de ser sensible y completamente abierto a las ideas de otros, no solo leyendo libros sin importar de lo que hablen, sino al escuchar a las personas y conocer sus ideas y sentimientos.

Ahora bien, es cierto que la idea principal de este blog hacia finales de 2007 e inicios de 2008 era usarlo como un diario, pero tan miedoso de lo que otras personas pudieran opinar de mí, jamás concreté ese propósito y me abstraía siempre posteando indirectamente, siempre ocultando en alegorías y metáforas, ideas difusas y caóticas. Quizás ya sea tiempo de dejar de tener miedo de la opinión de otros y comenzar a ser libre hasta en la expresión pura del pensamiento.

Pero escribirlo es más sencillo que hacerlo y de alguna forma hay cierta comodidad en escribir sin aclarar si es una persona en concreto a la que se le escribe, cosa muy útil cuando hay sentimientos de por medio y por eso siempre los poetas ocultaron sus musas inspiradoras del resto del mundo y les dieron otros nombres, las ocultaron tras otras imágenes.

Yo no sé si seré capaz de un día decir con nombre y apellido a quien van dirigidas cada una de las publicaciones anteriores y futuras, porque a veces es mejor dejar el incógnito, no por miedo a la crítica, sino por respeto y admiración, hacia quien realmente están dirigidas.

Me parece muy reconfortante el hecho que esta nueva publicación, me haya salido más fluida que muchas otras del pasado, al menos mientras la escribía, porque no estoy pensando si alguien vendrá y la leerá y que podrá opinar, simplemente y cumpliendo su gran propósito, este blog es para mí desahogo personal, esa carta que escribes y luego lanzas al viento esperando que un día la persona a la que va dedicada la reciba y conmueva su corazón.

Y en esa dirección, hay algo que escribí antes de esto pero que creo que no publicaré aún, a pesar que ansío hacerlo, debo aprender a ser realmente paciente y dejar al niño impulsivo que me resistí tantos años a abandonar.

Recuerdo como era ser un niño, sentir el viento en octubre golpearme con toda su fuerza.
Un día despertar y sentir el frío y desear seguir durmiendo pero el viento juguetón insistiendo me llevó fuera a jugar con él, esa comunión entre inocencia y alegría que tanto añoro, que sé que no puedo recobrar, es el impulso más básico que me dice: ¡no dejes de soñar!

No hay comentarios: