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27 de septiembre de 2012

Uno de estos días

Uno de estos días, siempre pienso lo mismo, uno de estos días voy a cruzar esa puerta y ya no volveré.
Romperé con las cadenas invisibles que el material mundo nos coloca alrededor del alma.
Buscaré los sueños perdidos que huyeron cuando la guerra los volvió exiliados de su propia patria.

Un día de estos, cuando mis fuerzas sean suficientes para derribar el muro de la frustración, será cuando decida que ha llegado el momento de iniciar el viaje.

Cuando no existan muros en mis fronteras ni barreras que retengan mi alma de su libertad, pues ha sido liberada de sus cadenas.
Donde los Cielos estén despejados y el horizonte no parezca terminar, donde las ilusiones no se rompan al caer a tierra como contra las rocas el cristal.

Y con la esperanza en esa visión, la férrea convicción de que no estoy equivocado y ese día vendrá, también sé que:

Te encontraré en algún lugar y será como si nos hubiéramos conocido de toda la vida.
Amigos, compañeros, cómplices, esa añorada alma gemela que se perdió en el inicio de los Tiempos y vaga buscando su perdido igual.

Cuando el mar parezca turbio y la tormenta esté a punto de golpear, entonces saber que me darás la mano y la afrontaremos juntos.

Y al emprender el viaje al nuevo destino, tener la seguridad que estarás a mi lado.
En estas y más esperanzas aferro mi corazón, y silencioso y paciente, confío

Uno de estos días, cuando al despertar sienta el latido agitado, la ansiedad de que ha llegado la hora, sin remordimientos ni ataduras del pasado, comenzaré a caminar.

Inventando cada día nuevas maneras de luchar contra el mundo y no dejarme vencer por más golpes y desdenes que se presenten.

Renuente a caer, porque ya demasiadas veces caí y me sentí cómodo con dejarme vencer, ya no hay tiempo para bacilar y esperar que simplemente deje de llover.


Un espíritu no se doblega porque se canse, no deja de luchar porque pierda la vitalidad, lo hace porque perdió la esperanza, porque cree que no podrá ganar.


De esta forma, viendo al horizonte, en una nación que alguna vez llamé hogar, busco los caminos para poder de nuevo sentirme en libertad.


Y finalmente, dejando ir todos los fantasmas que guardé en mis bolsillos, el llanto que se acumuló y aró mis mejillas, los lamentos de otros tiempos que se habían vuelto lúgubres poemas de una historia sin terminar, de una novela sin final.


Es tiempo de dejar ir todo. Mi tiempo ha llegado aunque siga repitiéndome incesantemente: “uno de estos días… uno de estos días”


Para todo habrá de llegar un día pero para iniciar hoy es una buena oportunidad.

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