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31 de enero de 2015

La canción que no puede ser cantada.


Este post originalmente lo comencé a escribir a finales de octubre de 2012, el 29 de octubre de ese año para ser exacto. Gracias a que el borrador quedó guardado en blogspot sé que era una de las cosas que estaban en mi larga lista de cosas pendientes que debía concluir en algún momento de la vida…

Y ya sé que he escrito tantas veces que el pasado en el pasado queda, pero no pude evitar hacer la comparación de esa época a la época de hoy. Un poco más de dos años después todo es diferente, incluso sé que yo soy diferente. Vale que en esta entrada no voy a ponerme metafórico ni baratamente filosófico como siempre suelo hacerlo, en esa manía que tengo por dar mil y un rodeos solo para decir que estoy triste, decepcionado o molesto por algo.

Recapitulando un poco en cómo serán las cosas de ahora en adelante, incluyendo este blog, lo más relevante es que 2015 será el año en que finalmente voy a egresar de mi carrera universitaria, y vaya que ha sido toda una carrera, llena de tantos tropiezos como de cosas buenas.

Ha sido en muchos momentos un gran dolor de cabeza, y no solo por las migrañas que he pasado de ciclo en ciclo, sino porque en todos estos años ha sido el lugar donde más he aprendido de las personas, su comportamiento y mi evolución.

Durante todos estos años me he dado cuenta de cómo he ido siendo alguien diferente, unas veces forzosamente y otras a voluntad, hasta llegar a ser quien soy por estos días.
Sé el tipo de persona con quien me gusta relacionarme y sé muy bien el tipo de personas a las que evito casi como deporte, porque prefiero estar solo que como dicen, mal acompañado.

Pero esa es la universidad, uno de esos lugares en los que tienes que pasar por la vida cuando quieres llegar a alguna parte. Encuentras de todo, desde grandes amigos hasta potenciales enemigos, pasando por personas que solo te usan como trampolín para alcanzar sus metas. De eso no puedo quejarme mucho, porque al final como en muchas cosas en la vida, necesitaras siempre de otros para lograr tus propias metas, ya que en muy pocas situaciones se logra hacer algo o avanzar solo.

En general este año tengo una determinación respecto a las personas, ser y dejar que sean. No molestarme más por aquello que hagan, digan o piensen respecto de mí, siempre que no implique algo que realmente deba cambiar en mí para mejorar. Por lo demás, pueden cantar todas las arias de ópera que quieran, que no me va a importar.

Por otro lado, tengo una política anti-Facebook que estoy aplicando fuertemente, y no puedo evitar que me haga gracia porque cuando comencé era porque quería concentrarme fuertemente en aprobar un examen que tenía pendiente desde diciembre. Con el pasar de las semanas me di cuenta que me estaba sintiendo mejor alejado de esa página y cuando regresaba terminaba, sin exagerar, deprimido de ver todo eso que la gente comparte en sus perfiles, de esas “conversaciones” tan “sustanciales” que el 99% de mis contactos sostienen conmigo cuando voy online.

Es superficialismo puro posiblemente, mío y el que odio de la página. Sé que hay personas, al menos de las que tengo agregadas que no entran en estas definiciones, pero es como si el ambiente ahí fomentara sentir que la esperanza en la humanidad decae un poco cada día.

Me siento entusiasmado con otras redes sociales, que desde antes me parecieron más sensatas y de hecho, más productivas para los fines que representan. Hacer mención de Twitter, Tumblr, Google+, Blogspot e incluso Youtube y repartir el tiempo libre entre esos sitios y otras muchas actividades me ha servido para darme cuenta que me mantiene de buen humor y olvidando por completo la página de Facebook. 

Todo esto antes dicho, lo leo y me suena un poco tonto, pero de hecho creo que no soy el único que piensa igual. La masificación no siempre es algo bueno, porque hay  algunos que nos sentimos más cómodos en grupos no tan grandes… Las muchedumbres me abruman, prefiero evitarlas.

Llegando casi al final de esta entrada más del tipo de un diario, como se suponía que debió ser siempre, pero por razones chifladas como las suelo tener, las volvía volátiles palabras enredadas que al final solo yo creo entender.

Estoy realizando una recopilación histórica, por así decirlo, de todas las canciones que me han gustado desde el año 2000, que fue mi último año de bachillerato. Me gustaría mucho poder terminar ese proyecto antes de iniciar el ciclo de clases en marzo, pero estoy comprobando que reunir esa información de más de 10 años no es tan fácil.

Pero no dejare eso tirado, realmente ahora si estoy terminando las cosas que me propongo. Y cuando esté terminado, subiré los videos a YouTube y estoy considerando crear una página alterna en blog para presentar cada video y explicar las razones del porqué de cada listado. Principalmente hago esto por razones de pasatiempo pero mayormente por tener en algún lugar una memoria, la memoria que evocan todas esas canciones que han venido a través de los años.

El otro proyecto implica la  misma mecánica, pero sobre películas, series de televisión, libros, y todo eso que digamos, me apasiona. Todo alterno al reavivamiento de este blog, el Diario de un No-Escritor, porque es eso, no soy escritor. Es una de mis carreras frustradas, una de tantas que han pasado por mis aspiraciones.

Ahora si para finalizar, la razón porque esta entrada originalmente se llamaba “La canción que no puede ser cantada”, es porque era un fragmento de esa historia que nunca he terminado de escribir, de la que tengo bosquejos, resúmenes, partes, pedazos nada más. Y cuya parte hace referencia a que, hay un punto en la vida que amas algo o a alguien, pero no puedes decirlo porque hiere a terceros, y causar sufrimiento debería ser algo a lo que no aspirar, si realmente queremos estar bien.

“La canción que no puede ser cantada, el soneto que rompió el espíritu y provoco las lágrimas de la inmortal, de la Señora de Poniente cuando contemplo cuanta tristeza hay en el mundo a causa de sus decisiones y cuanta más habrá de suceder. Todo en una canción tan melodiosamente triste que tiene el mandato de no ser cantada”.

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