Fue entonces cuando el
ahora joven, experimentó algo llamado ilusión y pensó, ¿enamorado? – pero ¿Qué
es el amor? – una incógnita que ahora en su edad adulta aún no logra definir,
un misterio que aún no logra develar.
De cómo llegó a tal
estado y porque lo definió como tal es una sucesión de eventos, quizás
únicamente quería evadirse de la realidad en un ejercicio que a partir de
entonces no logró abandonar a pesar de saber que únicamente le hacía daño.
Se dice que para olvidar
no hace falta mucho, una excusa basta, un simple borrón en la lista y ya, pero
realmente eso no es así.
Quizás olvidar sea un
proceso que no cualquiera aprende a lo largo de su vida. Heridas pueden sanar,
recuerdos se pueden bloquear, pero el olvido es ese intangible medicamento que
es difícil de encontrar porque aquello que se bloquea, lo que se transforma en
un nuevo sentimiento en cualquier momento puede volver o revertirse.
Así pues el joven
aprendió que olvidar aquella primera imagen que atrapó su corazón inquieto no
sería tarea fácil, no cuando los recursos eran pocos. El tiempo no estaba
basado del modo justo en que pasada una etapa llegaba otra y mejoraba todo.
Un estancamiento por
primera vez golpeó su vida de un modo devastador. Por alguna razón él continuaba
pensando en la misma persona, sus fuerzas se dirigían únicamente al mismo
sentimiento y esto no fue bueno en ningún momento.
El sentimiento hermoso
que había nacido en un principio comenzó a transformarse en frustración por no
poder ser alcanzado, porque no había forma de llamar la atención, no había
manera de atraer a la otra persona, por tanto, se volvía en un agrio imposible.
En una época en que todo
debería ser aventura y pasión por vivir, el joven aprendiz, estaba sumergido en
una vida agridulce que se comenzaba a ahogar en la oscuridad de un mundo
monótono y decadente, sin que se diera cuenta que se atascaba más a cada paso y
que en un futuro sería aún más difícil salir de ese círculo vicioso.
De nueva cuenta intentó
usar viejas herramientas que la infancia le enseñó para curarse. Sumergirse en
un mundo imaginario donde se volvía intocable, donde era Amo y Señor y las
posibilidades eran inmensas.
En ese momento fue un
elixir, sintió que lo revitalizaba, que bastaba adentrarse en la imaginación,
abstraerse del mundo en que existía y ahí, pleno de variados caminos, su vida,
era de nuevo suya y el futuro ya no lo atemorizaba.
Casi como una droga,
construir todos esos escenarios, plantear y replantear cada situación del modo
en que todo fuera un final feliz comenzó a aburrirle y entonces probó darle
drama a su vida sin entender que era mala elección. De pronto, estaba viendo
finales tristes en su propia imaginación, pero así se sentía redimido, que no
dañaba a nadie pues de alguna forma involucrar a otros en sus pensamientos lo
volvía transgresor de la presencia de otros y que al volverse pieza de
sacrificio y sufrimiento todas sus culpas inexistentes eran perdonadas.
Realmente se volvió en un ser lamentable, perdido en la irrealidad.
– Cuan perdido está
el caminante en la oscura madrugada, anhelando ver el sol de la mañana que lo
conduzca de nuevo al camino que perdió, pero creyendo que hace lo correcto
sigue caminando, cuando en la vida hay momentos para todo y esperar no
significa errar cuando se ha perdido la ruta. Caminar a ciegas te hará tropezar
y sentir que el tiempo está en tu contra y que lo quieres nunca llegará; te
lleva a tomar decisiones precipitadas. Es mejor dejar que lo que deba ser sea,
sin presionarlo, sin forzar, sin desesperar. –