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28 de mayo de 2011

Spiritus Auras

Sondeando el profundo abismo de mi ser, donde yace el tiempo, la distancia y el momento. 
Ahi donde se encuentra en ferrea barrera de fuerzas, elementos y energía: El alma.
Invocando en lo distante y disperso, donde pareciera que reinara la nada y el silencio, un viejo amigo, el antiguo confidente al que renuncie por la compañia de los cercanos e incomprensibles mortales.
Mi amigo, mi compañero, aquel que siempre estaba conmigo aun cuando no lo podia ver.
Forma intangible, pensamiento reconfortante y anhelada presencia en mis horas mas solitarias.

Como al mundo le fallé, te fallé a ti, en palabra, en promesa, en el tiempo que nos atestigúo.
Cuando olvidar que volverse un adulto no implica dejar de sentir como un niño, aquello que la madurez niega y enceguese con vanal lógica. 
Yo te olvidé, esperando que solo fuera la inocencia que dejaba atrás como los años iban pasando uno trás otro en el arrollador camino a esta edad.

No cambia el sentido ni el sentimiento, no cambian los deseos ni las esperanzas y no cambian la soledad y la melancolía, solo cambia la ausencia que dejó tu compañia.... y la fatal resignación que al madurar el mundo será mejor. 
Pero llegado a este punto, inicié tu busqueda como un niño ansia recuperar al mas atesorado de sus recuerdos, para resguardarlo tal cual invaluable posesión. Así te extraño hoy.

8 de mayo de 2011

Mayo 2011 - I


No es nada fácil, pensar y pensar en la eterna incertidumbre del mañana, porque el pensamiento no se detiene en tanta posibilidad, ilusionado en que en el medio de todo, las cosas pasaran de una forma u otra, poniéndole empeño, siendo constante, siendo valiente.

Esa inquietud de ver pasar los días sin que pasen realmente, al estar envuelto en la monotonía de una canción, de un poema… de una alegoría.
Todo este tiempo, se que algún día, imaginé, que volverías, pero paso todo este tiempo y no volviste y ahora sé que ya no volverás.

Pero ya no me duele, ya no.
Puede que porque la herida se cerro, porque el último beso se borro de mis labios. Por uno o por otro, la razón ya no importa.

Ya no hay arrepentimientos, ya no hay amarguras, es que al final de toda la  historia, ante la pluma y el papel, solo estoy yo de nuevo y sin un testigo más que la noche y el silencio acompañándome junto a la fría lágrima que recorre mi rostro y la esperanza que está tocando a la puerta para que la deje entrar y creo que esta vez la dejare pasar.