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31 de marzo de 2015

Hacia el final y yendo a un nuevo inicio.




Ven, encuéntrame…
Creí caer, creí perderme, cada día mientras no tenía nada de que aferrarme…
Y susurraba a tu ausencia “ven, encuéntrame... ven”
Y le gritaba a la vida “deja que venga por mí, deja que me libere…”
¡Ven! Encuéntrame y permite que pueda al fin descansar…

Siempre es acerca de algún sufrimiento, frustración o derrota y muy pocas veces sobre una victoria o algún avance, porque esas se celebran al final de alguna forma, pero lo otro, lo otro es algo que se te pega a la piel y a la memoria, se vuelve una cicatriz.
Con el tiempo he aprendido tan poco de lo mucho que la vida ha querido enseñarme, porque sigo llorando por las mismas cosas que debí superar hace mucho tiempo. Me siguen acechando los fantasmas que ya había exorcizado en el pasado… Sí, aun me los encuentro en los cruces de mis caminos, no logro que me dejen en paz.

“Hay cicatrices que se quedan, que echan raíz… Hay lamentos que se vuelven tan melodiosos que se transforman en canciones, que se vuelven poesía”.
La transición del último cambio de estación no fue la fiesta mágica y mística que había planeado, tal vez porque no lo planeé lo suficiente o tal vez fue porque lo había planeado tanto que los detalles se me fueron de las manos… No lo sé.
De pronto, tengo las manos vacías porque nunca me hice de las cosas que realmente me gustaban, con las que me sentía pleno. Supongo que eso fue así.

Quizás estoy solo porque nunca he tenido el valor de luchar porque una sola de mis relaciones funcione, al menos no de la manera en que se debe hacer, la manera correcta que permite alcanzar algo duradero y bueno. Y solo han sido vanos intentos, dando a cuenta gotas lo suficiente para que pareciera que hacia algo pero no daba más porque si las cosas no resultaban no sería lo suficientemente fuerte para soportarlo y ya no me quedaban fuerzas para sobreponerme.

Son las especulaciones que rondan mis días, mientras escucho viejas canciones y repito los mismos episodios de los mismos programas…
Muchas cosas no cambian si no haces el esfuerzo de cambiarlas, muchas otras nunca van a cambiar así que te toca a ti cambiar o irte si no vas a comprometerte en ser parte de ese cambio. Creo que al final mucho va de eso, de ser diferente… Evolucionar, superarte, no dejar que el estancamiento y la rutina determinen la felicidad o el fracaso de tu vida, que seguir haciendo lo mismo y obteniendo los mismos resultados no te traerán la felicidad mañana si hasta hoy no lo han logrado.

Me gustaría decir que esa etapa que termino de mi vida, termina feliz; pero, sé que no es así. Porque mucho de lo que hasta hoy he logrado es muy poco comparado con el resto del todo que aún me falta por lograr y siendo sincero conmigo mismo, lo que tengo al frente me tiene aterrado, pues no es un escenario que me de muchas esperanzas, de hecho a ratos me paraliza del miedo a fallarle a tantas personas…

Luego me quito esas cadenas de tener que quedar bien con todo el mundo y me siento mejor, cuando entiendo que si no hago las cosas para estar bien conmigo mismo, no va a importar que tanto haga por estar bien con el resto, jamás voy a lograr estar satisfecho conmigo mismo.



Las líneas de mis manos, están tan marcadas
¿Es así el Destino? Una marca que no puede ser borrada
O ¿Es solo una senda más que escoger para encontrar el camino?
Mientras dura el viaje, mientras tienes las fuerzas de caminar
Que desde fuera y hacia dentro, todo es avanzar y avanzar
Pero ¿hacia dónde van todos? ¿Hacia dónde voy después de tanto?
¿Por qué lo sigo intentando? Si ya se cuál es el final de la historia…
Si la tengo terminada desde antes de haber iniciado.

He visto en estas primeras semanas de inicio de ciclo en la universidad lo mejor y lo peor de las personas, de mis “amigos” y de mis no tan “amigos”… Hacia el final de la estación, de igual forma, lo que viene de mi familia, de mis amigos fuera de la universidad, de las personas que conozco y esas que creía conocer, pero más importante, de mí mismo, que es en lo único en que puedo realmente influir.

Me he sentido incomodo, me he sentido impotente… En el medio de todo eso, a ratos un cierto consuelo me gana y pienso que algunas cosas simplemente quizás, no están destinadas a cambiar y otras simplemente no van a pasar.
No se puede influir en las personas, porque de hecho, son libres tanto o más de lo que yo lo soy y por tanto pueden tomar las direcciones que mejor les parezcan.
Es quizás que me canse de hablar y hablar y que mis palabras nunca sean entendidas, que mis ideas estén tan dispersas que lo fundamental jamás logra penetrar el pensamiento de las personas a las que trato de llegar. 

Podemos ser lo más grande o lo peor, en esos momentos, en esos momentos cuando no nos damos cuenta… Cuando cosas pasan y la vida de muchos cambia por una sola situación… Una vez que no saludaste a alguien, una vez que dijiste la palabra incorrecta en el peor momento de tu vida, una vez que confiaste demasiado en alguien…

Llegas a ese momento de la vida, amargo o dulce, esa mezcla extraña, cuando ya no queda mucho tiempo para pensarlo todo y vale más actuar o dejar que el tiempo te devore sin piedad  para llegar al final lleno de arrepentimientos y soledad.
Que de los arrepentimientos te puedes hacer cargo y luchar contra ellos a medida vas avanzando, pero de la soledad hay que aceptar que por el resto de la vida es una compañera que llegará con nosotros hasta el final.

De tanto que me he manejado solo y cumpliendo con mis metas sin nadie a mi lado es que me corroe el pánico cuando tengo a alguien al lado y no sé qué hacer. Y por eso y por tantas otras cosas es que me doy cuenta que sigo teniendo tanto miedo como cuando tenía quince años y sentía que nunca lograría llegar muy lejos con mi vida porque estaba hundido en la idea que no tenía la suficiente habilidad para lograrlo.

Superar un par de cosas nunca es suficiente, y sí, he ganado un par de batallas pero estoy muy lejos de ganar mi guerra personal contra mí mismo, mis miedos y mis limitaciones.
Lo más importante llegado hasta este punto, es darme cuenta que aun con tanto en contra y con tantos golpes, el balance de lo bueno es para dibujar una sonrisa en mi rostro y entender que pese a todo, hay tantas cosas buenas en mi vida y hay tantas otras que aun quiero alcanzar y ahora se por las personas que quiero luchar, al tipo de personas que quiero en mi vida y aquellas que ya no pintan nada acá.

No voy a dejar de ser el soñador que siempre he sido porque de alguna forma ha sido la capa mágica que me ha protegido del ácido de la realidad de las personas cuando escupen sin pensar sus ideas sobre “como debe ser la vida”. Soy terco, pero hasta de lo malo se puede aprender, hasta de la oscuridad surge luz… El día se abre paso luego de la oscura noche, y la vida sigue como siempre.

“Vivo en un holograma contigo” y eso me gusta…
Es una extraña resonancia en mi corazón la que causa
Es una extraña imagen la que se dibuja en mi mente
Pensar y pensar en alguien sin rostro y sin nombre
Esa idealización de la pareja ideal, esa figura irreal
Esa persona que quizás nunca vaya a encontrar
Pero que sin existir en mi vida me da fuerzas
Esa idea, quizás soy yo, quizás será alguien, no lo se
“Vivo en un holograma contigo” y en ese instante soy feliz.


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